La directa implica una imagen iluminada por una fuente luminosa lateral
violenta, a menudo fuera de campo, compuesta generalmente de una fuente
principal superpuesta de fuentes secundarias. Este tipo de iluminación
jerarquiza la visión guiando la mirada primero por las zonas iluminadas y luego
las zonas claro-oscuro hasta penetrar en las de sombra. Este recorrido constituye
una suerte de indicador de lectura. Este tipo de iluminación acentúa el
relieve, profundiza las sombras, modela los objetos y muestra los índices
espaciales. La sombra, en su riqueza expresiva, intensifica los colores y
valores, acentúa el misterio de los contornos, sensualiza la representación en
la medida en que la luz es reflejada por algunos materiales o es refractada o
absorbida por otros, roza superficies y hace vibrar texturas. Si es natural, la
iluminación directa temporaliza la representación situándola en la mañana, en
el crepúsculo o en la tarde, acentuando el realismo e influyendo sobre la
interpretación del receptor real. Se denomina así a la luz en la cual el rayo se
dirige hacia la superficie. Si en el rayo de luz no interfiere ningún obstáculo,
al punto en la superficie se lo considera iluminado.
La difusa deja la mirada más libre sobre la composición o el juego
de colores. Implica un relieve atenuado, materiales más uniformes, colores más
suaves y una imagen que está fuera del tiempo. Se denomina asi a la luz que incide sobre los objetos desde múltiples ángulos,
proporcionando una iluminación más homogénea y haciendo que las sombras sean
menos nítidas cuanto más lejos esté un objeto de la superficie que oscurece.
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