martes, 27 de noviembre de 2012

LA ILUMINACIÓN


La luminosidad es la cantidad de luz que incide sobre una superficie. En cuanto a la iluminación se distinguen dos grandes tipos: la directa y la difusa.





La directa implica una imagen iluminada por una fuente luminosa lateral violenta, a menudo fuera de campo, compuesta generalmente de una fuente principal superpuesta de fuentes secundarias. Este tipo de iluminación jerarquiza la visión guiando la mirada primero por las zonas iluminadas y luego las zonas claro-oscuro hasta penetrar en las de sombra. Este recorrido constituye una suerte de indicador de lectura. Este tipo de iluminación acentúa el relieve, profundiza las sombras, modela los objetos y muestra los índices espaciales. La sombra, en su riqueza expresiva, intensifica los colores y valores, acentúa el misterio de los contornos, sensualiza la representación en la medida en que la luz es reflejada por algunos materiales o es refractada o absorbida por otros, roza superficies y hace vibrar texturas. Si es natural, la iluminación directa temporaliza la representación situándola en la mañana, en el crepúsculo o en la tarde, acentuando el realismo e influyendo sobre la interpretación del receptor real. Se denomina así a la luz en la cual el rayo se dirige hacia la superficie. Si en el rayo de luz no interfiere ningún obstáculo, al punto en la superficie se lo considera iluminado.






La difusa deja la mirada más libre sobre la composición o el juego de colores. Implica un relieve atenuado, materiales más uniformes, colores más suaves y una imagen que está fuera del tiempo. Se denomina asi a la luz que incide sobre los objetos desde múltiples ángulos, proporcionando una iluminación más homogénea y haciendo que las sombras sean menos nítidas cuanto más lejos esté un objeto de la superficie que oscurece.






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